11-01-2021 - 10:00 - porcino
Análisis realizado por los servicios de porcino de Mercolleida.
2020 ha sido un desastre en lo personal, lo social y lo económico. Pero, sin eludir esto, ha sido un muy buen año para el porcino de capa blanca. Extremadamente volátil e incierto, sí, sobre todo porque nadie sabía qué iba a suceder en el mercado y en sus estructuras logísticas y porque el movimiento de los precios ha ido siempre contra su estacionalidad, inmersos en una tendencia bajista provocada por las dudas comerciales y por los problemas de producción y consumo relacionados con la covid-19 y refrenada su temida caída por la substitución de canales comerciales (más consumo en el hogar frente al cierre de la restauración, más exportación a Asia, liderada por unos espectaculares envíos a China, frente a menos demanda europea) y por los efectos del choque de una pandemia humana (covid-19) y una epidemia animal (PPA). Dos zoonosis en un mismo año.
Para 2021, poco deberían variar los actores. Los protagonistas seguirán siendo la PPA en Alemania y la capacidad de este país para detener la expansión del virus hacia el oeste, a costa de permanecer todo este nuevo año cerrada para la exportación; la mayor o menor recuperación de la capacidad productiva porcina china, que marcará su potencial importador en 2021 (menos que en 2020 pero ¿más que en cualquier otro año anterior?); esa ausencia de Alemania en el mercado mundial (era el tercer mayor exportador a China), que aprovecharán sobre todo España, EEUU y Brasil y, en menor medida, Dinamarca, Países Bajos, Francia y México; las nuevas olas de casos covid-19 en Europa y América, que seguirán penalizando la cadena productiva y distorsionando los consumos interiores; los mayores controles en los puertos chinos sobre la carne congelada, empeñada China en buscarle un origen exterior a la covid-19, y la creciente sensación de la industria porcina china de que debe aprender a convivir con la carne importada, tanto por coste como por déficit interior; y, en fin, la crisis económica en que el coronavirus está sumiendo al viejo continente, con especial significación para España. Pero habrá también un nuevo protagonista: las vacunas contra la covid-19, que lentamente van a diseñar un nuevo escenario para estos “viejos” actores. Probablemente, va a haber nuevos cierres y confinamientos más o menos limitados antes de alcanzar la ansiada inmunidad de rebaño que nos devuelva a la normalidad. Se nos va a pasar 2021 en ese tránsito. Pero si 2020 fue de mal en peor, 2021 debería ir de peor a menos mal y, esperemos, finalmente a mejor. Los estímulos económicos en la UE y la recuperación de la vida social a través de la vacunación llevarán también, en algún momento del año, a un boom de los consumos interiores (turísticos, en restauración, en reuniones familiares y de amigos,…). La salida del Reino Unido de la UE se hará de forma pactada y no habrá Brexit duro que rompa el comercio con este importante destino para el porcino europeo. China seguirá allí, veremos a qué nivel, pero su precio interior del cerdo sigue por las nubes y eso no indica que la oferta esté al nivel de la demanda. EEUU no tendrá apenas más producción este próximo año y en el norte de la UE asistiremos (desde ya) a una pérdida de capacidad productiva, cuyo efecto se entreverá a partir de la primavera (menos entradas de lechones importados en Alemania: unos 40.000 menos por semana desde septiembre) y cuyo impacto se verá a finales de año (¿liquidación de 200.000 cerdas entre Alemania y Países Bajos?, eso son 5 millones de cerdos…). Brasil sí tendrá más cerdos; España, también. Los costes de producción serán también más caros, tanto de la mano de los piensos como de las plazas de cebo, cuya escasez frente al aumento de la cabaña de madres sigue calentando la competencia entre productores y su precio al integrador.
De momento, las dos semanas del final de año han confirmado lo extraño que ha sido el mes de diciembre, que empezó temiendo que el precio del cerdo se desplomara y acaba con una estabilización que ha llegado antes de lo que se esperaba. Pero esto es el mercado, oferta y demanda. Y la demanda ha sido la que ha frenado el descenso de la cotización del cerdo, con matanzas récord desde octubre y, ahora, con una matanza superior a cualquier otra navidad: los mataderos han matado todo lo que han querido. Y han querido matar mucho. Ciertamente, porque también había y hay muchos cerdos: los pesos en vivo suben 1,5 kilos en estas dos semanas de festivos y van a quedar cerdos retrasados. Pero el peso en canal apenas sube 300 gramos en dos semanas y eso refleja que la reabsorción de esos retrasos, si la matanza no afloja (y no debería hacerlo, porque es el momento ahora de congelar, más aún con China activa de cara al primer trimestre), puede ser más rápido que en otros años. El cerdo vuelve a entrar en el casino: si en 2020 jugó a la ruleta y ganó, en 2021 jugará al blackjack, donde gana quien no se pasa de 21. Pues eso, feliz año nuevo y cuidado con pasarse de frenada (porque entonces se lo queda todo la banca).